El libro Casos clásicos del psicoanálisis sobre autismo y psicosis en la infancia es el resultado de los dos primeros años de trabajo (2013 y 2014) en la Cátedra Clínica del autismo y de la psicosis en la infancia que tengo a cargo en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires.
Tanto en las clases teóricas como en las clases prácticas se ha enfatizado el examen de los casos clínicos que corresponden a los planteos de los distintos psicoanalistas que se han ocupado de estudiar el tema que nos convoca.
El punto de partida es un texto sobre la orientación de Lacan relativa al autismo presentado en las Jornadas de Psicopatología II organizada por el profesor Fabián Schejtman durante el año 2014.
Retomamos dos casos contemporáneos que tienen la particularidad de ser relatados por los propios sujetos autistas: se trata de los testimonios de dos autistas de alto nivel, Temple Grandin y Donna Williams. Ellos nos permiten aprehender el funcionamiento del sujeto autista a partir del relato de sus vidas desde la infancia hasta la adultez.
A continuación, la selección de los casos operada en este libro corresponde a los más representativos relativos a esta temática, a saber, el caso Dick de Melanie Klein, el caso Stanley de Margaret Mahler, el caso Joey de Bruno Bettelheim, el caso Timmy retomado en el libro de Donald Meltzer, el caso Juan de Francis Tustin y el caso de Marie-Françoise de Rosine Lefort. Mauricio Beltrán, Marcela Mas y Claudia Torrea, responsables de los prácticos, se han ocupado de retomar cada uno de ellos para volcar una breve presentación de los mismos.
Este libro no se propone ser un estudio exhaustivo ni de los psicoanalistas ni de los tratamientos de los que ellos dan cuenta. Antes bien se trata de un instrumento de trabajo que intenta orientar la lectura y el análisis que comporta el abordaje clínico tanto en el autismo como en la psicosis en la infancia.
Buenos Aires, Abril 2015
El lector encontrara en las páginas de este libro un recorrido de lectura e interpretación sobre el condesado, pero extraordinario, texto de Lacan. Texto que resiste la disciplina del comentario y mantiene su actualidad no sólo para los practicantes del psicoanálisis con niños sino para todo interesado en la enseñanza de Lacan. Nota dada por Lacan ante el requerimiento de J. Aubry y donde él toma posición frente a temas cruciales del hacer analítico. El recorrido de esta posición que nos presenta Aníbal Leserre, se establece en una división de la Nota en doce párrafos y bajo una secuencia lógica de siete puntos que resaltan una serie de términos claves para acercarnos a las enseñanzas que el niño presenta al psicoanálisis.
A few years ago, I had the privilege to listen to a presentation of cases by Gustavo Dessal. It was not so much the great difficulties involving patients that caught my attention but, rather, Dessal’s exposure of his process as an analyst, a process involving uncertainties, risks, wise moves, errors and their rectifications. His clinical presentation and reflections were made with a rare honesty.
I find it difficult to believe that Dr. Dave Palmer and Gustavo Dessal do not work in permanent collaboration. Dave Palmer defines himself as a 'word hunter’, seeking out those words which ‘suck the blood’, consuming the life of their patients: for better or worse, they tenaciously define the life of his patients. He also regards himself as a waste researcher, for it is in the apparent debris that the true detective knows how to find their treasures, while not ignoring the fact that they are themselves a part of the material they are looking for.
If I were to categorize 'Surviving Anne', I would say that it is a mystery novel, a psychoanalytical investigation into the lucidity of the protagonists’ madness. It is a novel that defies categorization. It does not seek to find guilty people - although they are present in the real history which ultimately led to the case - but to give a sense of responsibility, to help us to know how the solution that was built to solve Anne’s torment would generate the very suffering it was intended to neutralize. It is also about collaborating in almost unimaginable situations, so that each one can find, invent - or not- a renewed way of responding. Dave Palmer enters into the logic of madness with curiosity and determination. He respects it, allows himself to be taught by it, discerns it, and from there, guides his patient towards her own unique resolution. He does this honestly, without artifice or the offer of an idyllic ending, for which Dessal vigorously criticizes other therapeutic approaches.
There are various cases of madness: Shanice, Jessica, Jack, Harold. Dr. Palmer explores each one in a subtle, yet intense and sometimes overwhelming manner. However 'Surviving Anne' – a suitably ambiguous title, for Anne both survivesand others survive her, is the one that finally names and gives weight to this intriguing novel.
Anne is the daughter of a marriage that 'survived' the Holocaust and WWII. Her mother is bedridden in an agony far more lasting that Edgar Alan Poe's 'Mr. Valdemar' and in a position closer to the 'sunken ones' than to the 'saved ones' according to Primo Levi. Her thoughts are only audible for Anne and for the privileged reader. Her father has taken, a long time ago, the irrevocable decision to save her. Anne, carrying the atrocities heard and imagined, finds a unique function in the world. She goes too far. Fails. She gets lost. She goes mad. She is a time bomb - there are some signs warning of explosion - requiring deactivation with resources that only a psychoanalyst with a certain orientation can invent, though not without the collaboration and courage of his patient. The author demonstrates this through the ingenious conversations between Dr. Palmer and Dr. Rubashkin, his wise ex-analyst. You have to know how to be taught by them, how to learn from the experiences shared and to listen closely for insightful, prescient words. (These exchanges are so different from the confused conversations of ‘psychoanalysis of control’ that take place in the episodes from the TV series 'In Treatment' between Dr. Paul Weston and his ex-analyst).
Ah! for the record: Gustavo Dessal is a psychoanalyst; member of the WAP and ELP; writer, lecturer. He was born in Buenos Aires and resides in Madrid.
He is the author of this novel which is essential reading for analysts of the Lacanian Orientation, for those who are not, and for those who want to be caught up in a novel that combines the suspense of the vicissitudes of a cure in a patient who suffers from a singular madness, in her responses to the fact that overflowed the imaginable: the immensurable and atrocious madness of the Holocaust, that crosses generations.
Tomás Hoffmann
Translation: Martha Meyerowitz
Basta un simple recorrido por los títulos de las trece historias desparejas para constatar que son fieles a la propuesta del libro: no son simplemente relatos, se trata de una ficción donde la locura, el destino, la muerte, se entremezclan en semblanzas que bordean la ciencia ficción.Sin embargo en un sentido muy cercano, ya que lo que acontece a varios personajes de estas crónicas, nos puede ocurrir mañana mismo a cualquiera de nosotros. Y a pesar de lo trágico de los temas tratados está llevado a cabo con un toque de humor e ironía que probablemente le arranque una sonrisa al lector.
Siendo el autor practicante del psicoanálisis no hay en las historias un sesgo analítico, aunqueestá presente colateralmente en varias páginas.
Por último, y a modo de simple ilustración tomada de Voces del cuerpo, cito:Se destacaban ciertas partes de su cuerpo: por ejemplo, desde la espalda, la voz adquiría un carácter sufriente y siempre, cuando hablaba, estaba quejándose del peso que llevaba encima, mientras que su pecho no solo suspiraba al compás de la respiración, sino que de tanto en tanto se le daba por cantar un tango, el preferido era Naranjo en flor; sin embargo, el único problema era que desafinaba a más no poder y no recordaba la letra así que improvisaba.
Para finalizar entonces, el lector tiene ante sí trece historias desparejas y un desenlace… que lo disfrute.
Para trazar el viaje al que me refería en párrafos anteriores, recurrí en este libro a múltiples imágenes inspiradas en algunas facetas de la obra de Lacan y también en la refrescante lectura de Miquel Bassols y sus aportes originales sobre el tema.
Deseo fuertemente que el lector se entretenga con el recorrido que propongo, captando el interés clínico que reviste cernir la dimensión del objeto voz. Continuará ... ¡....!!!!!
Ruth Gorenberg
¿Cómo pensar el autismo desde una perspectiva psicoanalítica? ¿Se puede seguir considerándolo como un tipo clínico dentro de la psicosis? ¿Es posible sostener una propuesta de tratamiento analítico? ¿Cuáles fueron las variaciones de abordaje del autismo a través del tiempo?
El libro Clínica del autismo y de la psicosis en la infancia fue redactado a partir de las clases dictadas en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires en la materia de grado que lleva este nombre durante los años 2013 al 2015, pero es resultado también de algo más.
El trabajo con niños autistas y psicóticos fue modificándose a lo largo del tiempo. Desde los primeros trabajos en los años 30 hasta ahora, la especificidad de la psicosis en la infancia y su relación con el autismo ha despertado el interés de distintos analistas que se han incluido, a través de sus trabajos, en esta gran conversación. Otras orientaciones, como las cognitivas-comportamentales, proponen tratamientos con niños autistas. Por otra parte, a partir de los Manuales Diagnósticos, el término de psicosis es utilizado cada vez menos dejando en el palco de la infancia al autismo como diagnóstico que psicopatologiza la infancia.
Este libro se centra solo en el estudio de los trabajos psicoanalíticos desde sus distintas perspectivas, sus aciertos y tropiezos, sus aperturas e invenciones, y tiene como eje de lectura una orientación lacaniana.
Desde el año 2012 se ha producido un giro en la comunidad psicoanalítica lacaniana internacional en relación a la forma de abordar el autismo. Deja entonces de considerarse como un polo extremo de la esquizofrenia y cobra su propio estatuto. Este vuelco conceptual abre un camino novedoso de invención y de encuentros en la clínica del autista, que son explorados, tematizados, abordados en su singularidad, respetando la diferencia y la diversidad.
Las clases dictadas en esta Cátedra de la Universidad de Buenos Aires fueron la ocasión para mí de explorar las consecuencias teóricas y clínicas de la distinción entre el autismo y la psicosis, y de recorrer los senderos por los que transita la "exploración del autismo". Desde la orientación lacaniana transmitida por Jacques-Alain Miller, y a partir del seguimiento atento de los trabajos tanto de Eric Laurent como los de Jean-Claude Maleval, volví a trabajar sobre la propuesta de los distintos autores, y las puntualizaciones de Jacques Lacan sobre el autismo y sobre la psicosis en la infancia en forma diferenciada. Mi primer libro sobre el tema, ¿De qué sufren los niños? La psicosis en la infancia, de hace veinte años atrás, de 1996, fue vuelto a interrogar desde este nuevo hilo de Ariadna que provocó en mí sorpresas y descubrimientos inesperados.
En un siglo en el que las narrativas autistas despiertan cada vez más interés, este libro intenta transmitir algunas reflexiones sobre el trabajo en la comunidad analítica, y qué se puede aprehender sobre las preguntas que despierta el autismo.
Si bien inicialmente este libro fue pensado como expresión de las clases dictadas oportunamente, su transformación en un texto escrito incluye algo más. Surge entonces la necesidad de transmitir la manera en que se ordenaron para mí todos estos textos incluyendo algunas precisiones suplementarias. Así, el texto escrito interpela a quien lo escribe y se desliza en su vuelo a la manera del Icaro de Raymond Queneau.
No se trata entonces solo de lo que resta del decir en lo dicho, sino de fijar en lo escrito un decir. El lector tiene pues la última palabra.
Silvia Elena Tendlarz
Buenos Aires, enero de 2016
En la actualidad, los historiadores han afirmado que el acto sexual y la sexualidad representaban manifestaciones naturales —y en algunos casos artísticas— que eran parte del desarrollo de las civilizaciones antiguas.
En el templo Laksmana de Khajuraho, en la India (siglo X, a.C.), se pueden observar dos esculturas realizando la postura69. En el taoísmo, el 69 es un símbolo Taichi en el que el yin y el yang representanla armonía. Los maestros artesanos de la cultura preínca Moche (100 d.C.) tambiénle dieron un espacio privilegiado y simbolizaron la postura en sus famosos huacos eróticos.
Es importante mencionar que la antología 69 (femenina y masculina) es la primera en aparecer en la historiografía de la minificción peruana, y esto es por mérito de Willy del Pozo y Altazor.Con Átomo, su colección de minificción, logran difundir el género del microrrelato a nivel nacional. Lo mencionado me ha permitido dar vida a este compendio dondeel límite del placer queda bajo las sábanas y se puede ir más allá de lo prohibido.
No podemos dejar de mencionar el comentario del investigador Rony Vásquez Guevara.Él hace hincapié en la concisión, brevedad y narratividad de las historias, además de la técnica que utilizan los autores en la antología: la referencialidad, que consiste en apelar a la cultura y a los conocimientos del lector;el contraste entre dos planos: antes/después, mundo real/mundo soñado; la dislocación del sentido.
En esta oportunidad,20 extranjeros y 49 compatriotas nos muestran su desenfado en 69 microrrelatos llenos de sexo y erotismo. Los autores nos detallan encuentros sexuales. En algunos casos, sus protagonistas son perversos perfectos: se introducen en los intersticios de la erogeneidad.El erotismo llega en versiones minúsculas,irrumpe desde la carne y desde el cuerpo, entre la transgresión y la imaginación en que se aprecia lo erótico. Es entonces cuando podemos encontrar el placer de la arquitectura. No solo hallamos el acto erótico en el refugio de un hecho y de una piel, sino en cada lecturade esta antología.
Invito a los lectores a que se sumerjan en la incomparable acción de leer este libro que por sí mismote incita a laseducción.Los microrrelatos de la 69 logran encender al lector y por momentos se convierten en un acto de dos: seductor y seducido, y ambos dan sentido a un regodeo que se prolonga en el tiempo de lectura logrando en algunos instantes eternos un fin: la excitación sexual.
No existen fronteras en elamor y la sexualidad. Después de la lectura, uno mismo logra, a partir de todas las imágenes,acariciar cada terreno para saborear cada uno de sus términos. La intención de los autores es como todo aquello que pretende el placer:algo lúdico, el juego cálido que estremece la epidermis y hace volar la imaginación. Se puede apreciar el erotismo por la mirada masculina(en este caso)y el puro goce sensual como un esfuerzo de la fantasía que desvía a los lectores hacia lugares de ensoñación.
Octavio Paz, en La llama Doble,su ensayo sobre el amor y el erotismo, nos dice: «El fuego original y primordial, la sexualidad, levanta la llama roja del erotismo y esta, a su vez, sostiene y alza otra llama, azul y trémula: la del amor. Erotismo y amor: la llama doble de la vida».Esta antología destaca por sus escenas explícitamente eróticas, con elementos de las prácticas sexuales que involucran bondage/disciplina, dominación/sumisión y sadismo/masoquismo. Esta diversidad de representaciones voluptuosas aparece marcada por la observación y la construcción del juego erótico. Después de la lectura, los textos estimulana hablar sobre los silencios que los rodean. Seremos testigos de historias sublimes donde se confabulan el amor, el sexo o el erotismo; eso sí, guiados por la misma llama ardiente.
Es importante precisar algunos datos procedentes del área de sexologíade la Universidad de Granada, dirigida por la psicóloga Nieves Moyano Muñoz: hasta un 20% de las mujeres y un 55% de los hombres tienen, al menos, una fantasía sexual al día.Las fantasías más comunes, aprobadas por el 84,1% de los participantes de diferentes partes del mundo, incluían emociones románticas o ambientes exóticos, rangos similares en ambos sexos. Mientras para el hombre la fantasía típica sigue siendo recibir sexo oral, para la mujer es importante la sumisión y la dominación.Esto nos lleva a la conclusión de que las fantasías sexuales son un hecho normal dentro de la vida de una persona: forman parte de nuestra sexualidad.
Al recopilar los textos recuerdo al maestro Carlos Calderón Fajardo. Cuando envió dosmicrorrelatos, conversamos sobre la antología. Se refería a los textos de la siguiente manera: «somos seres lujosos y lujuriosos». Y tenía mucha razón, en muchos casos se llega a extremos. En ciertos momentos de nuestras vidas deseamos mucho más aquello que necesitamos. Finalmente, como efecto de la voluntad, la meta del deseo. Con esa premisa sigo convencido de que la realidad supera a la imaginación.
Ana Estevan, coordinadora de la colección La Sonrisa Vertical (Tusquets), especializada en literatura erótica desde 1977, nos comenta: «Tal vez la tendencia romántico-erótica no perdure mucho, pero el erotismo, con su movimiento pendular de siempre, pervivirá». Y Woody Allen nos deja esta reflexión: «Solo existen dos cosas importantes en la vida: la primera es el sexo y la segunda no me acuerdo».
Este libro nos afirma que el sexo ya no se mira bajo cuerdas, ya no es clandestino. Tampoco pertenece solo a los varones, ya que las mujeres lideran las estadísticas como consumidoras de literatura erótica. Podemos asegurar, entonces, que está inscripto el deseo de quien compró esta antología.
Alberto Benza González
Lima, julio de 2016
Tras un tiempo de intenso trajín, la atmósfera se torna ardiente, deseosa de revelar sus más íntimas historias. Algunas guardan secretos sutiles, temerosos de ser trasladados a la realidad. Otras se muestran lúdicas, tiernas, inocentes, tentándonos a morder esaapetecible manzana y lanzarnos al paraíso infernal.
Subiendo la temperatura se imponen las historias directas, desvergonzadas, altaneras, fogosas, sin el más mínimo recato por desafiar las leyes de una supuesta moralidad, pero que nos garantizan llegaral clímax de la fascinación.
Estemos listos contra el ataque de las obsesivas, perversas, manipuladoras, vengativas, monstruosas, sin límite alguno y con la autoridad de condenarnos a una exquisita locura.
69 palabras por 69 escritoras: la alquimia perfecta para desafiar a la creatividad con un número exacto de palabras y recibir el elixir de la energía sexual, capaz de motivar, poner al mundo en movimiento y transformar un par de condiciones en 69 insinuantes relatos.
Tenemos la alquimia perfecta entre el sexo o erotismo y un considerable número de palabras para un microrrelato. Nada falta y nada sobra. Pero queda mucha información oculta en la mente del lector, quien tiene el poder de descubrir, completar, fantasear, anhelar, volar, soñar de noche o de día y en cualquier lugar. Vivirá pequeños momentos de éxtasis que podrían convertirse en una gloriosa eternidad.
Empezamos con el requisito de escribir acerca de la tan emblemática y controversial pose 69, y eso resultó un tanto arbitrario y poco satisfactorio para algunas. Tiempo después, decidimos abrir el panorama a todo tipo de situaciones y dimensiones, pensando en distintas mentes: unas dulces, otras salvajes, espirituales, terrenales, fantasmales, filo- sóficas, numéricas, zoofílicas, analíticas, esotéricas, fetichistas, lésbicas, masoquistas, necrofílicas, ninfómanas, sacrílegas, esquizofrénicas, silvestres, gastronómicas. Y por arte de magia las historias fluyeron con naturalidad y deleite.
Cada quien disfruta el erotismo a su manera y sería imposible delimitar un parámetro real, sería injusto para los lectores que nunca conoceremos y que podrían perderse de tan exquisito menú.
Teniendo en cuenta el nivel de machismo en el cual vivimos, y la represión y recato que aún nos envuelve, los textos, poco a poco, se fueron armando de valor hasta empoderarse y plasmar todo tipo de imaginación que pudiera existir en las mentes de las mujeres: desde las más tradicionales hasta las más excéntricas. Se produjo una gran liberación y revolución interna, la liberación del disfrute sin el más mínimo remordimiento.
Por si fuera poco, este trabajo fue más allá del mero sexo o erotismo. También se consideró la calidad, el profesionalismo de las autoras y una mayor profundidad psíquica en los personajes.
No cabe duda de que todo el proceso significó un gran aprendizaje para ambas partes y en diferentes niveles: intercambiar opiniones sobre las historias del sexo, cultivar esa virtud de la paciencia tan necesaria para llegar a un acuerdo como para lograr el orgasmo perfecto, superar con perseverancia los límites y prejuicios impuestos por la sociedad y descubrir que el sexo puede llegar a ser un poder tan destructivo y opresor, como regenerador y transformador.
Dejemos en misterio los nombres de las escritoras y sus temas a tratar, porque creemos que tienen mucho que ofrecer con esta gama tan enriquecedora sobre la mente y las fuerzas ocultas de los seres humanos: sus ideales, sus fantasías, sus traumas, pesares, ansiedades, artimañas, desesperaciones, hasta rasguñar las paredes y gritar —si es posible— en busca de un poco de placer.
Solo queda dar las bendiciones necesarias a los lectores para vivir en comunión con los microrrelatos y sumergirse en un brebaje lleno de éxtasis.
Carolina Cisneros Pinedo
Lima, julio de 2016
Puedo escribir microrrelatos sobre cualquier tema. Puedo escribir cuentos sobre temas muy variados. Pero no puedo escribir novelas sobre cuestiones que no me afecten de una manera intensa, directa y personal. Hace un cinco años supe que quería escribir acerca de los sentimientos y sensaciones en relación con la maternidad: el dolor, la alegría, el orgullo, la culpa. Yo tengo tres hijas y obviamente no quería contar nada de mi experiencia real con ellas, no iba a escribir nada que pudiera ofenderlas o molestarlas, un libro no es tan importante. Mis tres hijas de verdad son rubias. Esta hija de ficción tenía que ser morocha. Mis tres hijas, cada una a su manera, tienen un fuerte sentido de la ética. A mi hija de ficción no le quedaba más que ser mala persona.
Esta fue una decisión tomada antes de empezar a escribir. No tenía claro todavía en qué y cómo se iba a manifestar esa maldad, pero sabía que ése era el tema. No quería un personaje sádico y cruel, sino amoral, una niña y después una chica y después una mujer que fuera manipuladora, interesada, indiferente. Mi Natalia no es mala hija, ni siquiera es rebelde. Al contrario, quiere a sus padres mientras le sirvan para sus fines, los usa y los maneja como se le da la gana.
También hay otros motivos en el por qué de este libro. Un autor no solo escribe lo que se le da la gana: también se ve obligado a escribir en contra de lo que ya tiene publicado. Como cualquiera, quisiera ser original respecto de mi misma, hacer cada vez algo distinto. En mi novela “La muerte como efecto secundario” cuento la historia de un hombre torturado por un padre tiránico. Esta vez decidí que era hora de mostrar cómo también los hijos pueden tiranizar a los padres.
En la época en que empecé con la novela estaba leyendo un libro de Laurent Binet, que se llama HhHh, en que el autor relata un hecho histórico novelado (el atentado contra el jerarca nazi Heydrich en Praga) y simultáneamente nos pone al tanto de los avatares de su investigación. Me pregunté si se podría hacer algo así con una novela de ficción. Los límites serían muy estrechos, porque Binet trabaja con un material histórico en el que no hay sorpresas para el lector, en cambio como autora de ficción yo tendría que guardar silencio sobre muchos de mis planes. Pero el desafío era interesante y lo encaré en los Diarios. Después de cada capítulo, una o dos páginas dan cuenta del “detrás de escena”: de dónde saqué los materiales, qué inventé, qué me pasó, qué me contaron…pero también qué estoy leyendo en ese momento, qué decisiones voy tomando, qué problemas se me presentan. Mis dudas, mis temores, mis elecciones como autora. El efecto del Diario me gustó. Uno siempre está tratando de escribir el libro que quisiera leer y, como lectora, a mí me encantaría que los autores me contaran el cómo y el por qué de sus ficciones. Tuve muchas dudas con respecto al diario, pero en general a los primeros lectores les gustó (cuando el libro todavía no estaba publicado) y mi editora, Mercedes Güiraldes, me apoyó en esa pequeña audacia.
Así fue y aquí está: con ustedes, mi nueva HIJA.
Ana María Shua
Este libro me encontró, como los anteriores. Llegó a mí en la forma de otro libro: el de Clea Koff, una antropóloga forense que trabajó en las fosas clandestinas de la ex Yugoslavia y que me cayó encima (literalmente), en la feria del libro de Mendoza en 2013. A partir de esa lectura y de algunas conmovedoras anécdotas que ella contaba, empecé la escritura de una micronovela en la que pudiera dar cuenta de esta historia, ya no como reporte científico o periodístico, sino literario.
Era un desafío. Primero porque trata de una realidad geográfica y cultural que parece muy lejana para alguien que vive en Chile, el sur del sur. Además, supongo que a la mayoría de las personas no les gusta leer acerca de la guerra, el abuso de los derechos y la muerte. Y sobre todo, entender que tras dos guerras mundiales, los países organizaron la paz en la estructura de las Naciones Unidas y durante todos estos años hemos creído que aquello nos protegía. Lo ocurrido en Srebrénica en los 90’ dejó en evidencia la fragilidad de los tratados, de las buenas intenciones. Cuando la guerra se ha desatado siguiendo el ramalazo bestial del alma humana, lo que ocurra en el territorio dependerá de cada persona y eso estará regido por su propia estructura valórica.
Más de 6000 personas murieron en ese bolsón bosníaco. Fueron enterrados en fosas, sacadas y enerradas en otras fosas. Varias veces. Los antropólogos forenses trabajan aún en ese lugar, buscando los restos de las víctimas para sepultarlas en tumbas dignas donde sus familiares puedan ir a llorarlos. Cada 19 de julio, en el aniversario de la masacre, son sepultados los restos de las víctimas que los antropólogos lograron identificar durante el año.
Escribir un libro como este suponía para mí, antes que nada, una aproximación a la historia de esos pueblos y de ese país para poder comprender cómo y por qué habían ocurrido estos hechos. Dejé fuera novelas o cuentos que trataran el tema porque no quería que me influenciaran ni el la óptica ni en el tono. Opté por empezar con una postura lo más objetiva posible por lo que fui a los documentos: audiovisuales, científicos, policiales, históricos, testimoniales, fotografías, discursos, reportes, entrevistas…. Trabajé entusiastas y largas horas en esa aproximación, escuchando palabras en un idioma que no comprendía y que no sabía cómo enlazar con mi propia comprensión del mundo pero que al final sentí cercano por su musicalidad y su fortaleza.
Una vez que recopilé la historia antigua, desde el poblamiento primero de la zona por parte de los ilirios hasta los hechos desencadenados luego de la muerte de Tito, fui a la geografía, al paisaje, las comidas, los olores, el vestuario, revisando cada imagen que me entregaba pistas acerca de ese espacio geográfico al que quizás jamás podré ir. El trabajo de personaje me llevó mucho tiempo. Los busqué en los documentales y entrevistas, en los noticieros y el trabajo de las fotografías realizadas por los reporteros de guerra. Durante horas pesquisé en esa acumulación de imágenes a los personajes que estarían en mi micronovela y que serían las voces de lo ocurrido. Pasaron ante mis ojos miles de personas, las muchedumbres en las que de pronto descubría un rostro, una mirada, o se escuchaba una voz, el sonido de un sollozo o había un objeto cogido por una mano. Una vez que encontré las personas que darían forma a mis personajes, busqué en ellas la fisura, como decía Simenon, que me abriría el camino a la historia que debía contar literariamente. En los juicios que se llevan a cabo en La Haya, podía ver los rostros de los criminales de guerra que han sido entregados por sus países. Buscaba una expresión, un gesto, una frase que me mostrara la fisura. También veía a las familias de las víctimas y entre ese público hallé la contraparte: la mayoría eran mujeres….las mujeres son las últimas en dejar de buscar a sus muertos y pelear por la verdad y la justicia para ellos. Ya lo hemos comprobado en nuestra América Latina.
También me interesaba la panorámica de los sobrevivientes, culpables o no. ¿Qué había pasado con los criminales de guerra que permanecían en los Balcanes? ¿Cómo vivían? ¿Qué había sido de ellos? ¿Y los que habían logrado huir de la justicia o la venganza y se habían insertado en otros países? ¿Lo habían hecho con su propia identidad o con una falsa? ¿Se habían inventado una nueva vida y una nueva historia? ¿Lograrían dormir por las noches? Tristemente, lo ocurrido después de la Segunda Guerra con los criminales nazis que se camuflaron y huyeron principalmente hacia América del Sur, también ocurría con los criminales de la guerra de los Balcanes. Igual que ocurre con muchos de los asesinos a sueldo de las policías secretas de nuestras dictaduras.
Por una parte estaba la realidad de las víctimas y los invasores (como colectivo y en forma personalizada), y también la realidad del trabajo de los antropólogos forenses. Quería dar cuenta de todo aquello bajo el manto religioso. A los que no somos creyentes nos cuesta algo entender cómo funciona el convencimiento religioso que puede llevar a los que creen a actuar sin discernimiento. Es una seguridad acerca de la Vida y la Muerte que pareciera protegerlos de todo. Tuve que estudiar las creencias católicas ortodoxa, las creencias musulmanas y otras más que imperan en los Balcanes. También los ritos, las formas de hacer, las costumbres y cada pista que apareció ante mí y que sentí que tenía un peso contundente para ser una microficción. Elegí varios narradores porque era un recurso que posibilitaban armar una estructura polisemántica, polisémica y entramar realidades paralelas. Sin embargo, el narrador eje es uno colectivo, de uno y otro lado.
Me demoré tres años en escribir esta micronovela. Fue un camino de lucidez y sufrimiento en que comprometí mi propio pellejo, como siempre ocurre en la escritura. Caminé con las “bestias de la noche” de las que hablaba Marguerite Duras, recorriendo también la historia oscura de mi país. Caminé por mi propio sendero de las lágrimas en la escritura de esta realidad, levantada sobre un territorio en el que los lobos han sobrevivido y continúan aullando a la luna.
Gabriela Aguilera
"El psicoanálisis, principalmente después de Lacan, da por hecho que las necesidades se pierden en el encuentro con el lenguaje. Dicha obviedad es aceptada consensuadamente como incuestionable con justa razón. No saciamos nuestro hambre solo con alimentos, y si así fuese, es claro que no da lo mismo un alimento que otro. No obstante, en repetidas ocasiones, Lacan utiliza el término “necesidad” a lo largo de sus seminarios, llegando a hablar literalmente de “objeto de necesidad”. En “Hambre y amor” se delimitan las particularidades que dicha expresión entraña y, más ampliamente, se cuestiona, a modo metódico, la inexistencia absoluta de la necesidad en tanto tal.
Nos servimos del término “Demanda”, cuya intransitividad imprime en el sujeto una tensión que no puede equipararse a la necesidad animal. La demanda dice “quiero”, no importa que, ya que Freud enseñó de la variabilidad del objeto pulsional a partir de la pérdida de objeto originaria. No obstante, dicha variabilidad parece tambalear en ciertos fenómenos donde el objeto no admite subrogado alguno. Por ejemplo, las adicciones muestran de un modo formidable la fijeza del objeto con el cual se satisfacen. Por más que dicho objeto pueda ser desplazado si sobre él se interviene (sustituyéndose una droga por otra, o por comida), hay cierto estado en el que el empuje no puede satisfacerse con otro objeto. Estado en el que ofrecer un subrogado de dicho objeto seria equiparable al intento de calmar un león hambriento con un plato de arroz. Asimismo, algo similar puede suceder con el partenaire en el amor pasional, donde incluso el crimen puede ser el trágico desenlace que exigirá, como si de un sacrificio se tratase, el exilio de esa insoportable dependencia. “Te necesito” no siempre toma el matiz romántico al que nos tiene acostumbrados
Entonces ¿Qué modo de satisfacerse se nos presenta en estas condiciones? ¿Qué lugar tienen dichos objetos en la dialéctica entre el sujeto y el gran Otro? Una serie de fenómenos tanto clínicos como políticos se desprenden de estos interrogantes. La cara mortífera de lo animal en lo humano es el hilo conductor del presente trabajo, cuyo movimiento orbita sobre la noción de necesidad, y sus variadas conclusiones son efecto de un constante vaivén entre los extremos con que el libro se titula".
Nahuel Krauss
En ese contexto, durante las soleadas tardes de un mes de agosto madrileño, leí el libro de Hannah Arendt titulado “Eichman en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal”. Entre las líneas del citado libro que me resultaron más controvertidas están aquellas en las que Arendt, al sostener que Eichmann no había pensado, afirma lo siguiente: “No, Eichmann no era estúpido. Unicamente la pura y simple irreflexión que en modo alguno podemos equiparar a la estupidez fue lo que le predispuso a convertirse en el mayor criminal de su tiempo”. Ahí surgió esta pregunta que dio inicio a este mi libro que aquí presento: ¿Es suficiente afirmar que Eichmann no pensó? Y el pensar, de este modo, me condujo a interrogarme por el deseo y el goce. ¿Cómo articular estos conceptos para leer lo que Arendt llamó banalidad del mal? En su texto sobre Eichman, ella sostiene que “la larga carrera de maldad nos ha enseñado la lección de la terrible banalidad del mal, ante la que las palabras y el pensamiento se sienten impotentes”. Ahí se pasa de la idea de la radicalidad del mal a la banalidad del mal. Solo que la expresión banalidad del mal no pretende rebajar la maldad del crimen y sus terribles consecuencias, sino explicar también toda su magnitud atendiendo a la subjetividad del criminal.
La publicación de este libro mío supuso un desafío no menor: ¿cómo lograr que una editorial del tamaño de Anthropos se interesara en publicar algo, en apariencia, tan ajeno a la filosofía?, ¿cómo despertar el interés de los filósofos por el psicoanálisis de orientación lacaniana y milleriana? Según la opinión de algunos, muchas editoriales ya lo rechazarían por ser de tal orientación, de ahí que sortear el obstáculo de una editorial de filosofía se viese como todo un reto añadido y mayúsculo.
Con el enfoque de mi discurso, desde la teoría psicoanalítica y en diálogo con la filosofía, busco aportar un análisis de la producción histórica del sujeto, sin lo cual no es posible entender la cuestión del sujeto en Auschwitz. El modo como dicho acontecimiento atraviesa también el inconsciente de una cultura puso en cuestión el principio de conocimiento, de interpretación y de verdad sostenido por las ciencias y los saberes hasta entonces vigentes. El inconsciente no desmerece la dignidad del pensamiento que ellas postulan, pero traza los bordes de un real que lo agujerea. Así pues, analizar el pensar, el deseo y el goce en conexiónn con Auschwitz, puede permitirnos constituir un armazón de desciframiento de esa subjetividad que produce totalitarismos. El pensamiento es, como expuso Lacan, la debilidad mental del hombre atrapado en el goce, esa sustancia que alimenta los ideales del logos que también conducen a la barbarie de Auschwitz como punto de fuga del quehacer político.
Por otro lado, hoy sabemos ¾también gracias a la monumental obra «Los orígenes del totalitarismo» escrita a su vez por Arendt¾ que el nazismo constituyó una de las metástasis del capitalismo, y que el totalitarismo es su mejor y más seguro guardián, su verdadero instrumento de expansión y dominio. En este sentido, mi libro es una ejercicio para pensar ciertas derivas del capitalismo en la actualidad.
A fin de cuentas, en este libro no elaboro una nueva teoría del Holocausto ni se rehace su historia, sino que, partiendo de lo inédito de este acontecimiento, se busca comprender en su raíz la condición humana y la conducta que de ella es propia. Mi reflexión, sobre tan enorme y horrible fenómeno histórico, más allá de la visión que de él ha tenido buena parte de la filosofía política, trata de ir descubriendo todo un mundo del que se van captando una serie de precisiones de orden psicoanalista. Entiendo que estas son necesarias para un lector que se acerque con la voluntad de encontrarse con una posible vía de conocimiento y análisis del ser humano como sujeto.
Al toparme con ciertas lagunas en planteamientos en torno a la figura del sujeto, sus capacidades y motivaciones, decidí incorporar elementos de juicio de la filosofía y del psicoanálisis y, en menor medida, ciertas contribuciones de la antropología. Por eso he querido escribir un libro donde también se elabore una extrapolación del estudio de la subjetividad inconsciente a otros posibles casos y escenarios históricos, a fin de modular esquemas de conocimiento que nos ayuden a desbloquear la salida que un pensamiento radical precisa para atender con responsabilidad al fenómeno del mal.
Este libro nace con la gran fortuna de contar con dos prólogos que son su mejor puerta de entrada. Uno de los prólogos ha sido realizado por el excelente escritor y psicoanalista Gustavo Dessal. Entre los exponentes máximos de la transmisión del psicoanálisis en Europa y América, tiene la maestría de dialogar con otras disciplinas y autores, como bien lo demuestra su excelente libro elaborado a cuatro manos con Zygmunt Bauman. Solo alguien de su talla humana e intelectual pudo leer este libro desde la actualidad más reciente. Su prólogo ya de por sí es material de estudio. Otro tanto puedo decir de Reyes Mate, eminente filósofo de talla mundial a quien debo la autoría del otro texto que prologa el libro. Siguiendo la estela de pensadores como Franz Rosenzweig y Walter Benjamin, ha sabido advertir sobre los peligros que hay en las posibilidades del deseo y en los efectos de la servidumbre del goce, y lo ha hecho para expresar la necesidad de educar con efectividad para impedir la repetición de la barbarie.
Deseo que este ayude a hacer posible que el pensar, el deseo y el goce interroguen nuestra práctica como analistas y aporte algunas herramientas que sirvan para continuar abordando el malestar de la cultura.
Mi trayectoria ha sido en la minificción, la poesía y los estudios literarios. Esta es mi primera y única incursión en terrenos de la novela.
El tema de la homosexualidad masculina siempre me ha interesado por la sensibilidad e historia de muchos de ellos. Es un tema que no es fácil de abordar en la literatura. A partir de mi cercanía con varios amigos en esta condición, decidí inventar y construir un personaje literario con detalles y circunstancias que conocí y varios elementos de construcción ficcional. Para darle forma a la vida de este personaje, opté por la brevedad.
Tras largos años de observación minuciosa, de escuchar confesiones dolorosas y también regocijos del cuerpo y del espíritu, de leer y re-leer, pues considero que un escritor o escritora es un investigador que observa con minuciosidad la realidad, escucha, toma notas, imagina, hace hipótesis, elige palabras, tonalidad, género, personajes, épocas; es además una persona que se equivoca, se desilusiona, se cansa, duda, corrige y descubre situaciones de la condición humana como en este caso de Juanantonio.
Entonces surgió una novela corta, fragmentada, luego por comentarios de algunos lectores, la llamaron una micronovela, un género que crece en estos últimos años. Se trata de microrrelatos cada uno con plena autonomía narrativa, unidos por un hilo conductor que es el personaje mismo que se cuenta a sí mismo y a los otros. También es contado por la voz de otros personajes y narradores literarios, con algunos rasgos metaficcionales.
La historia se desarrolla en tiempos alternos, se puede leer al azar, cada capítulo cuenta una pequeña historia de la vida de Juanantonio.
Este libro aparece después de 10 años de hibernación, dudé mucho en darle vida pública. Mediante la lectura de dos amigos escritores que hicieron buenos comentarios y me animaron a publicarlo hoy Juanantonio es un ser hecho de realidad, ficción, papel, poesía.
Nosotros somos eternos, publicado con Macedonia Ediciones en el año 2016, es el resultado de un proyecto soñado durante catorce años. Corría el 2002 cuando título, estructura, y varios de los microrrelatos con los que luego se dio a luz ya estaban en carpeta.
Dada su larga gestación, distingue a N. S. E los muchos mundos que atestigua, más aún si se tiene en cuenta los cambios (tan bruscos) que sufre esta aldea global que habitamos.
Aprehender este complejo plural, fragmentario, que es la realidad, motivó su escritura. Como así también comprender y aceptar, revelar y rebelarme. Sumar mi voz a esta revolución sin víctimas que es la literatura. Y desaprender lo mal aprendido.
Y ayudarme a atravesar un duelo largo y particularmente doloroso.
Y maravillarme.
Y jugar.
La escritura me llevó por delante, haciendo la vida más vivible. En su tanteo pasé de una escritura que caía toda ahí, automática, luego al absurdo, más tarde al realismo fantástico y por fin al humor. Estas características, tensiones para formar un estilo, se desarrollaron tanto en novelas como en ensayos psicoanalíticos. Pero aún hacía falta que la palabra se volviese poética. Un arduo trabajo de escrituras y de análisis me condujeron a un compromiso con la palabra escrita, que se vuelve una pasión al integrar mi labor de editor, y mi intensión de escritor. No dejó por fuera el malentendido del amor. El lazo con una poeta y la continua interrogación, como maneras en que este libro se fue logrando.
Desde hace muchos años el tema de lo absurdo me atravesó, de la mano de un ruso de la época stalinista: Danil Kharms. Su forma tan desopilante de llevar el arte a la vida, y de hacer de la vida arte, me condujo a investigar sobre él, que resultó ser uno de los tantos que se oponían a un Otro devastador. En homenaje a él, a todos los que fueron silenciados, es que escribí este libro. Una tarea ardua, intensa, que con más de diez años de investigación, me llevó al entendimiento de que un tema así no podía tener el uso de un manual, o la consistencia de un escrito académico. Así que, gracias a este autor, me comprometí en desplegar la palabra que pudiese transmitir, de manera noble, todas sus enseñanzas. Lo que fue encontrando, y descubriendo, eso se lo dejo al lector. Lo íntimo, y ahora público, es que no hubiese sido posible sin el profundo cuestionamiento de la figura del autor, y un sostenimiento permanente de mi compañera, María Magdalena. A veces se escribe con otros. Este libro surgió de esa posibilidad.