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2024

Alejandra Loray

Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.
Lic. en Psicología, (UBA), Doctora en Psicología Social, (UK), Magister en Psicoanálisis, (UK), Profesora de Historia, (I.A.Sáenz).
Profesora Adjunta Maestría en Psicoanálisis U.Kennedy. Coordinadora Seminario Extensión UBA “Psicoanálisis y educación”.

Sexualidad y muerte en el siglo XXI o la insoportable diferencia

En enero de este año, nos “sacudió” (no sé si es la mejor manera de decirlo, pero toda palabra me suena igual de inapropiada para describir el impacto) la noticia de la muerte de Fernando Báez Sosa de 18 años, asesinado a patadas por una patota de jóvenes de su misma edad (los rugbiers). Los detalles son conocidos por todos; sabemos, por ejemplo, la diferencia de posición social-económica entre unos y otro y también que le gritaban “negro de m…” mientras lo golpeaban hasta matarlo. No es un hecho único ni exclusivo en nuestro país y en otros, pero podemos elevarlo a la dignidad del caso para interrogarnos sobre lo ocurrido. Todo lo hablado y lo escrito desde que sucedió indican una pregunta que no cesa.

¿Por qué los jóvenes eligen la muerte y no el amor? ¿Por qué la pelea es el paradigma de una buena noche? (“Tres noches seguidas a las piñas. Si no hay piñas no pudo haber sido alta noche. Jaja”, decía uno de los rugbiers en sus redes, en enero del año anterior). ¿Por qué la violencia en lugar de la expectativa de salir en compañía de alguien con quien compartir lo que queda de la noche? No me refiero siquiera a una pretensión edulcorada de romance, sino simplemente ¿por qué elegir la pelea en vez del encuentro con otro sexuado, cualquiera sea el gusto y preferencia respecto de tal elección?

Freud descubre tempranamente (1901) que algo en relación a la “sexualidad y a la muerte” es el “tema”: los “pensamientos reprimidos” 1que subyacen a todo el juego de las asociaciones del inconsciente y señala su límite, a la vez, pues no pueden inscribirse en lo inconsciente. La psicopatología de la vida cotidiana muestra actualmente –¡120 años después!– que algo problemático respecto de la sexualidad permanece, algo que a pesar del rebajamiento de las represiones y los avances en la libertad respecto de la posición y elección de la vida sexual –¡importantes por cierto!– no se ha podido resolver, al punto de elegir jugar a la seducción con la muerte antes que con el otro sexuado.

El rechazo de lo diferente

En 1967 Lacan anticipaba los fenómenos de segregación a los que hoy asistimos: “Nuestro porvenir de mercados comunes encontrará su peso en la expansión cada vez más dura de los procesos de segregación”,2 lo que radicalizaba años más tarde profetizando el ascenso del racismo.3

De modo paradojal, junto a las luchas pacíficas y permanentes por la ampliación de derechos (a la diversidad, la inclusión y la igualdad, entre otros), aparecen los nuevos nombres del

1 Freud, S., "El olvido de nombres propios", Obras Completas, Vol. VI, Buenos Aires: Amorrortu, 1987, pp. 9-15.
2 Lacan, J., “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el analista de la Escuela”, Otros Escritos, Buenos Aires: Paidós, 2012, p. 276.
3 Lacan, J., “Televisión”, Otros Escritos, óp. cit., p. 560.

rechazo ancestral y primario. Homofobia, bullying, violencia de género, femicidio, son algunos de los que forman parte de la extensa lista de las denominaciones actuales del mal radical,4 que es “… exacerbado y fomentado en tanto odio al otro, a lo diferente, donde se localizan todos los males e infortunios, en una versión de racismo menos brutal, solo en apariencia”.5

Si en la vida del individuo, el otro funciona como modelo, objeto, auxiliar y/o enemigo haciendo que la psicología individual sea simultáneamente psicología social,6 asistimos más bien en nuestro tiempo, al reforzamiento del “otro enemigo” y, por lo tanto, a la objeción al vínculo social. Más que lazos sociales se trata de formas de fraternidad sostenidas en la segregación de lo distinto, “… no hay fraternidad que pueda concebirse si no es por estar separados juntos, separados del resto…”7 Es el rechazo al otro en tanto diferente lo que lo torna insoportable y justifica su eliminación, suponiendo que eso resolverá el problema del hombre con la alteridad, con la diferencia.

Lacan sigue a Freud y nos abre los ojos ingenuos, revelando lo que hay en el reverso del amor al prójimo: “Quienes prefieren los cuentos de hadas hacen oídos sordos cuando se les habla

4 Loray, A., Discurso, sujeto y lazo social, Buenos Aires: Grama, 2019, pp. 139 y sig. 
5 Ibid., p. 140.
6 Cfr. Freud, S., “Psicología de las masas y análisis del yo”, Obras Completas, Vol. XVIII, op. cit., p. 67.
7 Lacan, J., El Seminario, Libro 17, El reverso del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1991, p. 121.

de la tendencia nativa del hombre a la maldad, a la agresión, a la destrucción y también, por ende, a la crueldad […] el hombre intenta satisfacer su necesidad de agresión a expensas de su prójimo, de explotar su trabajo sin compensación, de utilizarlo sexualmente sin su consentimiento, de apropiarse de sus bienes, de humillarlo, de infligirle sufrimientos, de martirizarlo y de matarlo”.8

Sin embargo, hay dos cuestiones a tener en cuenta en este paseo por el lado salvaje. Una de ellas es la posibilidad que tiene el discurso de cada época para incidir en la modulación y orientación de este núcleo mortífero. El discurso de nuestro tiempo, enunciado o no, refuerza la segregación y el rechazo. No puedo evitar recomendar la película Malcolm X de Spike Lee, sobre la vida del líder de los derechos afroamericanos y, especialmente sobre este punto, la escena de la biblioteca9 en la que leemos junto al protagonista, hasta quedar sin aliento, las objetivas definiciones del diccionario sobre blanco y negro; no diré más, vale la pena verla. 

El tratamiento de las palabras hace que la valoración, positiva o negativa, recaiga sobre algunos grupos de la población, acercándonos peligrosamente al nazismo, aun en las democracias “ejemplares”. Así, los extranjeros, inmigrantes,

8 Lacan, J., El Seminario, Libro 7, La ética del psicoanálisis, Buenos Aires: Paidós, 1988, pp. 223-224. Cfr. Freud, S., “El malestar en la cultura”, Obras completas, Vol. XXI, óp. cit., pp. 106-108.
9 Spike, L., Malcolms X, Estados Unidos, 1992, [en línea], disponible en https://www.youtube.com/watch?v=_nf_1iksdnU

homosexuales, pobres, negros, viejos ... han devenido sospechosos, no se sabe muy bien de qué, pero seguro que no es algo bueno y eso justifica, con argumentos sociales o económicos, levantar muros, cerrar las fronteras, dejarlos morir ahogados en el mar o bombardear ciudades.

La otra cuestión es la responsabilidad del sujeto: cada quien debe responder por sus actos. Nada más lejano al psicoanálisis que suponer que el análisis que nos permite entender de qué se tratan los hechos y los laberintos de la vida humana, implicaría justificarlos. Si somos responsables de nuestros lapsus, sueños y olvidos, ¡cómo no lo seríamos de un crimen! 

El rechazo apunta especialmente a algo que en el otro resulta extraño y ajeno.10 Se odia en el otro esa parte desconocida de un goce propio, íntimo y a la vez extraño para uno mismo. Cada quien decide la manera de lidiar con esa extrañeza, pero algo es seguro: “De nuestra posición de sujeto somos siempre responsables”.11

El otro sexuado

Es quizás respecto del encuentro con el otro sexuado, donde este es más claramente otro, no importa su sexo, biológico o

10 Miller, J.-A., Extimidad, Buenos Aires: Paidós, 2010, p. 53.
11 Lacan, J., “La ciencia y la verdad”, Escritos 2, Buenos Aires: Siglo Veintiuno, 1987, p.  837.
autopercibido, y toda la amplia diversidad que reconoce nuestro tiempo. De cualquier modo, es otro, distinto a mí. Y en ese sentido, es desconcertante, imprevisible e inquietante porque en la especie humana no hay programa fijo ni instrucciones para el encuentro y el desencuentro.

Por eso, cada quien puede elegir cómo se posiciona y qué elige, lo que multiplica los interrogantes: ¿quién soy?, ¿qué elijo?, ¿cómo hago? En una época en la que el derecho a la libertad  dejaría el campo abierto para elegir lo que uno quiere fuera de los cánones rígidos de otros tiempos, nadie elige. Encontramos en cambio  “megaerotización” y el “policonsumo”, favorecidos por la posibilidad de acceder a todos los encuentros que se desee, en persona o de modo virtual, por medio de las aplicaciones y las redes, siguiendo el modelo del mercado que ofrece infinitos objetos para consumir. Nada que implique hacerse cargo de que uno se está relacionando con otro.

De esta forma se cancela el tiempo necesario para soportar la angustia de ese no saber frente a lo sexual y poder elaborar el modo singular de algún encuentro. Es un recorrido que tal vez y probablemente se puede transitar con otros. Entre otras cosas, para eso están los amigxs.

Lo cierto es que hay las ausencias de quienes han muerto tan brutalmente actualizan la pregunta: ¿Eros o Tanatos? En todo caso, cómo ir en contra de esto, cómo hacer para que esa

alteridad que a todos nos habita no lleve a la muerte, cómo soportar la diferencia para que el otro no sea al enemigo íntimo? Creo que vale la pena ir al revés de las formas despiadadas de la época para intentar aproximarnos al “misterio de lo que funciona” y encontrarnos con otros que mantengan “con uno esa ´extranjeridad común´ que nos permite soportar lo insoportable”.12

12 Lax, M., “El misterio de lo que funciona”, Revista Enlaces Nº 22, Buenos Aires: Grama, 2016, pp. 120-122.
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