Aun lo veo, aun lo siento, mi enojo, el miedo, este dolor que no se va. Las lágrimas con sabor a sangre que invadían mi cuerpo y pensamientos.
Mi blusa, que arrancaron aquellos cobardes aunque yo lo impidiera, ellos eran cuatro, luché con todo mi coraje, no conseguí defender mi ropa, ni mi vida, y menos mis anhelos, mis deseos de tener un futuro, un lugar en este mundo para existir.
Poco a poco se apagaba mi vida con cada golpe que sacudía mi cuerpo.
Supliqué para que me dejaran seguir, pero creo que esto los excitaba más, al escuchar mis gritos ellos se enfurecían, brillaban con mayor intensidad sus ojos y al ver correr mi sangre, uno de ellos se abalanzaba a morderme.
Me escondí dentro de mí, en un lugar en donde no me alcanzaban los golpes que recibía mi vientre, ni sentía el estallar de mis labios bajo los puños criminales. En donde mis senos se insensibilizaban ante los constantes ataques con dientes y navajas, y entonces pretendí que no me importaba mi desnudez. Despacio, casi imperceptible, lloraba, pero no era tristeza, no, era angustia por no despedirme de mis padres, de mis flores, por haber dejado desacomodados los libros en cuarto al salir de prisa por la mañana para llegar
La sangre que daba vida a mi cuerpo se va esparciendo por el suelo, la arena la devora, veo mis manos mutiladas no existe más mi cabello castaño que cada noche me esmeraba en peinar.
A poco se oscurece dentro de mí, ya no me siento segura ahí. Que ingenua fui hoy al sentir que no pasaría esto con migo, que no me asesinarían como a tantas otras mujeres. Si solamente fui a trabajar, quería ahorrar lo suficiente para alejarme de esta ciudad maldita y llevar a toda mi familia y buscar un lugar en donde lo común no fueran los secuestros, los cárteles, las violaciones, la impunidad. Solo 6 meses faltaban para lograrlo.
Salí a la calle, no amanecía, al bajar del transporte, observé sombras detrás de mí, escuché voces ahogadas, risas, intenté correr, pero no lo conseguí me atraparon unos hombres, y desde el amanecer me han estado mancillando.
Ya es de noche, sé que no tardaré en morir lo siento como un alivio. Mi blusa es un tirón de tela escurriendo dolor de injusticia. Mi recuerdo no va a desaparecer de la memoria de mis padres, de mis amigos y de ti, no si dices, si gritas al mundo que yo morí y no debí de hacerlo, si sólo busqué una manera digna de vivir. Haz que este feminicidio sea el último igual que esta lágrima que derramo hoy, igual que esta injusticia que conmigo se cometió.
1
La ventana que mira
El adiós que apenas inicio
Es la misma ventana que recibió la luz
De la sombra que viene conmigo.
La tarde ya posada sobre los follajes,
Enumera tristezas por iniciar el separo.
La ventana alegre que cruje
Que mira en el vapor de la 1:30
Habrá de permanecerse
Y yo, lentamente, inquebrantablemente,
Tácitamente, la dejaré aquí
A que mire mi maleta cargada de llaves
Salir y no volver a dejarse colgado
Este suspiro de ruptura.
El mismo que antes deambulaba
A las 4 de la tarde.
Te quedas ventana,
Quebrando los días, coherencia del espacio.
Filtro de la luna que se pegaba al muro.
No te quites el recuerdo de este amorío insano,
No borres la tierra de mis manos sembradas con la lluvia.
¡Ventana, mírame, no te permitas olvidarme!
Desde mi puerta principal
Puedo ver tu sepulcro.
Durante el ocaso acomodo
Mis esperas junto a la entrada
Y me siento a contemplarlo.
Ya ha crecido el pasto,
MI FANTASMA ROTO
Pedían tres monedas por ti, y no pude pagarlas.
Cuando te vi, me conmovió tu silencio, tu vista escondida, tus manos que se despedazaban como prenda dañada, como sol sin mundo.
Querían que dejaras de pertenecer a un sistema en el que nadie permanecería contigo, el tiempo empezó a destejer tus sueños, tu llanto, tu vida.
Transparente entonces, te llevaron para venderte como mercancía, en un bazar gris, en donde deambulaban personas que no sabían mirarte.
Yo pasaba por ahí, porque sì, por pasear la silente espera que he conseguido, encaminé tu historia a mi encuentro sin que lo supiéramos, lo sé.
M i fantasma roto, entonces te vi, eras del color del aire nublado, y te noté en tristeza.
Débil y volátil, te encadenaban a la pluma de un canario ahora muerto, y tu mirada quiso sonreír por dentro cuando te giraste a mirarme, y yo sentí llorar mis almas cuando noté que estabas roto.
Mi fantasma roto escuchaba inclinando su mirada en el ángulo que se hacía grande en
mi falda, y de matiz otoñal, se perdía mirando el aire mecerla, el continuo pasar del viento entre mí y mis frases para poder apropiarme de el.
Me detuve, pregunté:
Miré mi falda, miré mi historia, recogí mi tristeza, acomodé los recuerdos, me sentí culpable de nuevo por añorar una noche perdida, y emprendí mis pasos, mi viaje hacia mi.
-Capitán Ruy Alvar De Castilla y Abril- oí
- Es mi nombre, Ruy Alvar De Castilla y Abril.
Tu voz era frágil, de aire, tus palabras sin peso, el timbre se confunde con alas de pensamientos
Puedo meterme en la pared y convertirme del color del espacio para que te asegures que no molestaré. Además prometo enamorarme de ti, pensar en ti, sufrir por ti. Y en la noches, llegar a tu aposento a besar tus lágrimas, a beber tus labios apócrifos, a estar dentro de los sueños tuyos, amarte y desnudar tu piel añeja para empezar a poseerte.
Las historias de mis romances habré de contarte, y abrazar te propongo enseñarte mujer de ojos tristes, por favor no te tome tiempo venir a llevarme.
Busqué conseguir lo faltante en dinero para adquirir al más hermoso fantasma roto jamás encontrado, lo remendaría, lo
Vendí mis tres mejores recuerdos, empeñé un beso doloroso, una de mis almas, la malbaraté, y mis conocimientos adquiridos en el dominio del ser, rematé.
Al fin, las tres deseadas monedas conseguí, y entonces, corrí, hasta no saber más.
De respirar casi me olvidaba, de pensar, de planear, sólo sentía, sólo vivía, y veía pasar por mis pies, el cemento reblandeciéndose al tocarlo, luego la tierra. Después el pasto roto, cómo mi fantasma mi esperante y fatigado fantasma roto.
Busqué con al comerciante, que por mercancía comerciaba un quebranto de tiempo, un hálito de vida sin ella, un espasmo de locura a mi mansedumbre.
Lo encontré, lo vi, guardaba ya sus productos, con mecánicos movimientos cuadrados, insolentes por pragmáticos. Pero a mi fantasma amado no lo vi, al irme acercando, preferí mirar el mar, la luz, el sabor de un día sin sombra, para no notar que no estaba más, mi fantasma, ¿lo habrán guardado acaso ya?
-Vengo por Ruy Alvar De Castilla y Abril.
Dije en tanto mi palma mostraba tres sólidas monedas, que me permitirían pasar a la otra parte de mi vida.
¿Y…? Acabe ya.
Dejé caer el dinero, junto con tres lágrimas, tomé la pluma del ave. Se derrumbó mi espacio.
Estalló la única alma que me quedaba, y decidí estar en la tristeza envuelta.
Ahora, prefiero permanecer aquí, miro mis paredes, rasguño las almohadas, temo a la noche, a mi cama, a mi voz.
Ya no salgo de aquí, de pronto, sentí miedo de caminar y no encontrarlo, de andar por ahí y recordarlo. Lo vi tan poco tiempo, y me transformó, me conquistó, y con él se llevó mi nulificada vida, ya no soy más nadie, ahora, quisiera convertirme en un fantasma de él.
Cuento creado por: Gloria Patricia Aceves Ramos.
Nov. 2010