Fotógrafo, ilustrador (y médico y algunas otras cosas más).
Me es difícil hablar de mí. Puedo empezar por lo obvio y decir que nací en Buenos Aires, ciudad que amo y detesto, como casi todo el mundo que ha nacido o vive o trabaja en ella. Supongo que eso se debe al día a día.
Viví mi infancia y adolescencia en Tres Arroyos (prov. Buenos Aires), en un hogar lleno de libros y música, con una madre talentosa para el arte, y un padre culto, curioso, y un particular sentido del humor. Heredé mucho de ambos, y creo que pueden sentirse satisfechos con ese legado. Yo estoy contento con lo que recibí.
En mi infancia descubrí el silencio y la belleza, y sigo tratando de hallarlos en cada cosa que vivo.
Me aburro fácilmente, y quizás eso y la curiosidad, sean el motor más importante de mi vida. Necesito conocer, descubrir, saber que puedo hacer algo aunque después lo deje a medio hacer.
Buceo desde que era chico. Bajo el agua busco y encuentro paz. Esa mezcla de silencio, quietud, liviandad, me devuelve a algún sitio muy íntimo donde encuentro paz (imagino obviedades uterinas). No es algo místico. Es sencillamente un lugar al que quiero llegar y del que no me quiero ir.
Fotografiar ese mundo diferente fué algo que vino después, quizás como una necesidad de mostrar lo que sentía.
Bucear en la Antártida fué un sueño adolescente que no abandoné. Trato de no abandonar mis sueños. Sumergirme bajo el techo de hielo y nadar en un azul infinito, fué algo mágico, inolvidable.
En la Antártida alimenté mi paciencia, que ya era importante. Aprendí a fotografiar gente y no paré de fotografiar naturaleza. La Antártida es brutal y hermosa, y para una persona solitaria, un paraíso. La convivencia, y no el clima, es y será lo complicado. Aprendí a soportar lo indecible, y me refiero a conversaciones y música, y no a cosas más dramáticas.
Al volver de esos años en el hielo, retomé el dibujo. Quizás con mis ilustraciones, busque y exprese lo mismo que con mis fotos: silencio, intimidad, algo de enojo, algo de dolor, algo de humor, y necesidad de paz y tranquilidad.
Ha sido y sigue siendo un camino largo y difícil. Espero llegar algún día.