Desde el comienzo de su enseñanza Lacan se opuso al alta cronométrica de las sesiones. La temporalidad del inconsciente no responde a un standard analítico. El corte de la sesión es un instrumento de la cura. Ahora bien, muchos se preguntan por qué el corte de la sesión debería conducir a su brevedad. ¿Acaso no alcanza con que el paciente desconozca el momento de finalización de la sesión y que el corte -en una sesión más larga- relance la dialéctica subjetiva ? El corte puede operar como puntuación o como interpretación sin confundirse con ellas. Tampoco se confunde que la finalidad propia de la brevedad de la sesión. El sujeto intenta decir en el breve tiempo que dispone el punto central de su congoja subjetiva. El tiempo apremia y nunca está a tiempo para decirlo todo : tiempo en más, otras veces en menos, el inconsciente muestra su pulsación de borde a la que apunta la escansión del discurso del paciente. En tanto que la transferencia se vuelve el cierre del inconsciente, la precipitación del corte va en contra de este impasse y extrae al sujeto de la complacencia de su desdicha. Las sesiones breves vacían de sentido al discurso del paciente y eso tiene como efecto que el sujeto se deshaga de las identificaciones que traman su destino y se vea advenir como objeto al final del análisis. Lo inefable encuentra así su marco, hurtado del goce que el analizante encuentra en las palabras.
"Respóndate, retórico, el silencio"
Calderón de la Barca
El corte de sesión como procedimiento en el interior del dispositivo analítico fue teorizado por Lacan en su enseñanza. Esta inclusión no es arbitraria sino que constituye un elemento clave en la dirección de la cura. Tres escansiones nos permitirán examinar esta cuestión. Están orientadas por la concepción de final de análisis: el corte de sesión como contrapunto a la dialéctica del sentido en el informe de Roma (1953); su relación con el efecto de sin-sentido que se desprende de la operación analítica tal como fue teorizado en el Seminario XI (1964); y cómo el corte se vuelve un instrumento para separar al sujeto de su goce (1975).
1.- La dialéctica del sentido (1953)
En el comienzo mismo de su enseñanza Lacan le da un estatuto teórico central a la operación de corte de la sesión no standarizado. En la dialéctica de las asociaciones del paciente el analista puntúa el discurso del paciente. Esta puntuación queda así enlazada al corte de sesión. Dice Lacan: "La suspensión de la sesión no puede dejar de ser experimentada por el sujeto como una puntuación en su progreso"1.
2.- La emergencia del sin-sentido (1964)
La dialéctica del sentido se ve quebrada por la emergencia del sin-sentido. La nueva conceptualización del inconsciente inaugurada en el Seminario XI, el real que aloja, modifica la manera en que Lacan teoriza la interpretación. Es "una significación destinada a hacer surgir significantes hechos de sin-sentido"2, dice Lacan. De la misma manera, el corte de sesión no intenta ya impulsar la producción dialéctica del paciente sino quebrar el sentido. Sin duda ambas formulaciones no se contraponen: el corte de sesión que apunta a la emergencia del sin-sentido abre las puertas al sentido que el analizante se encargará de encontrar frente al enigma de lo que acaba de escuchar en lo proferido en su sesión.
En el Seminario XI, Lacan indica cómo el significante amo se separa del objeto causa del deseo al final del análisis. Las sesiones breves vacían de sentido al discurso del paciente y eso tiene como efecto que el sujeto se deshaga de las identificaciones que traman su destino y -como lo señala en "Posición del inconsciente"- se vea advenir como objeto. Esta práctica es el punto de mira desde donde se dirige la cura hacia el final del análisis.
3.- A veces es mejor callar (1975)
En las "Conferencias norteamericanas" Lacan dice: "Una intervención psicoanalí-tica no debe ser en ningún caso teórica, sugestiva -es decir, imperativa-; debe ser equívoca. La interpretación analítica no está hecha para ser entendida, está hecha para producir olas. No hay que emprenderla con instrumentos torpes, y a menudo es mejor callarse: pero hay que saber elegir esto último"4. La interpretación no es una transmisión de saber, no es teórica; no es un efecto de sugestión; tampoco un efecto de sentido otorgado por el discurso amo. Es equívoca: no se trata de hacerse entender sino de promover el trabajo del inconsciente en el analizante -puesto que en esta época el inconsciente es definido como un saber que trabaja, de goce de sentido (jouis-sens)-; por eso, concluye Lacan, a veces es mejor callar.
El corte de sesión es otra forma del silencio del analista, contrapunto del silencio de la pulsión, y como tal -desde esta perspectiva- se vuelve un acto analítico.
En tanto el inconsciente goza de su trabajo de producción de saber, el final del análisis separa al sujeto de ese goce que produce el análisis. El corte de sesión, que opera desde el inicio del tratamiento, apunta así desde un comienzo a este efecto de separación. No todo puede ser dicho. Desde el