SE VENDE
Vende esa cuna, mujer, si ya no la vamos a usar. Aprovecha el mismo aviso y vende el coche, la ropa de recién nacido, las bolsas de pañales y el móvil de abejitas que te regaló la tía Josefa. Vende también la mecedora, la silla del auto y todo lo que no nos va a servir y quita espacio. A nuestra edad es difícil tener hijos, eso lo sabías. Te dije que no nos ilusionáramos. Para que veas que no te quiero triste, toma toda la venta de esas cosas y déjala para ti, para tus cosas. No llores, si ya pasó. Ahora vamos al entierro del angelito, así salimos luego de eso. Conformémonos con el perro y los sobrinos. Deja de llorar, a los cuarenta uno ya no se ilusiona.
ESTE CUENTO ES PARA UN NOBEL
Dijo la escritora antes de comenzar a leer su propio escrito. Lo que nadie sabía era que ella, ni en sus noche de mayor inspiración, escribía. Lo que hacía era remendar, tomar retazos de otros textos, de otros autores y coserlos, unirlos con su aguja invasiva. Ana no era buena escritora, pero era una gran costurera.
POR NECESIDAD DE LA EMPRESA
Pasó la lengua, una vez más, por encima de la línea roja que se formaba desde el pecho hasta el vientre, y comprobó que hasta en eso le habían mentido: su jefe no tenía la sangre tan fría.