Carolina Cisneros
Tránsitos
Gabriela Aguilera (Chile)
Aseguró ser un buen conductor. Lo desafié esa noche a recorrer mis caminos con su lengua. Lo hizo, deteniéndose el tiempo justo en cada una de las paradas obligatorias inscritas en los lunares rojos que tapizan mi piel. Respetuoso de las leyes, no pasó por alto ninguno de ellos.
No sabía que viajaba siguiendo las señales de un mapa que lo conducían a estrellarse de cabeza entre mis piernas.
Venganza
Lourdes García Pinel (España)
Hace años le fui infiel. Desde entonces paga a otros para que me cabalguen. Los busca parecidos a él. A veces —no sé de dónde los saca— son casi iguales. Cree que así me castiga, que aborrezco otras manos velludas en mi cuerpo, que no soporto la pelambre, que me erizan la piel los bramidos. Mi marido cree que no disfruto. Ingenuo, piensa que no me gustan los monstruos.
Placer, muerte y viceversa
Marie Linares (Perú)
Siempre le temió a esa mirada entre triste y sádica, con el encanto de las bellezas de cine mudo. La prefería así: desnuda, envenenada y muerta. Lamentó su infidelidad y la besó.
Su pene, tremendamente excitado, masturbaba el espacio entre sus muslos.
Un gruñido rasgó el silencio...
El cadáver de la ninfómana, tibio aún, despertó para apretar con sus labios vaginales un deseo que era superior a la muerte.
Sileno
Violeta Rojo (Venezuela)
Su ideal era un hombre pequeño, macizo, velludo y fuerte. Debía ser juerguista y muy potente en el lecho. No le importaba el olor a chivo y sí que fuera bien dotado, de falo grueso y recio, siempre dispuesto al deleite. Le placía incansable, tosco y desvergonzado en el amor.
Un día en el bosque encontró el indicado.
La dicha duró poco. Él la abandonó por un tal Dioniso.
Concurrencia
Patricia Nasello (Argentina)
El aire huele a sangre.
Ella enrosca las piernas alrededor del cuello dorado de la hembra, arquea la espalda y explora la piel, a la vez tensa y leve, hasta más allá del vientre, y allí se sumerge, con fruición. La lengua áspera de la leona acaricia el clítoris de la contorsionista. De pronto, ambas confluyen en un ronquido suave.
La carpa del circo parece expandirse, el público ruge.
Follar es una fiesta
Dina Grijalva Monteverde (México)
Fanáticos filipinos, florentinas flexibles, farmacéuticos fracasados, fotógrafos fisgones, futbolistas famosos... fueron a la fiesta de Fernanda.
Fadir y Felicia, felices, se frotan con fervor y fiereza. Filósofas fenomenales fantasean. Físicos flacos fingen fortaleza.
Fabio y Fanny furtivamente flirtean, fraguan flagelaciones ficcionales: la flama del fuego los forja; con frenesí flexionan, friccionan, flotan, funden, florecen, fulguran, fornican, follan. Fanfarrones franceses se fijan fascinados.
Fernanda y una fila de feligreses festejan.