Astrid Fugellie Gezan nace en Punta Arenas, Chile, en 1949. Desde temprana edad escribe poesía, publicando su primer libro con tan sólo 15 años, con aportes de la Municipalidad de su ciudad natal. Estudia Educación de Párvulos en la Universidad de Chile, profesión que ejerce sin desligarse de la creación poética. Entre sus obras más destacadas están
Quién es quién en las letras chilenas (1982);
Las jornadas del silencio (1984);
Los círculos (1988), publicación que fue galardonada con el Premio Academia Chilena de la Lengua en 1989;
Dioses del sueño (1991);
Llaves para una maga (1999);
La generación de las palomas (2005), la cual contó con el apoyo del Fondo de Creación Literaria del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, y
En off (2010). Es miembro de la Sociedad de Escritores de Chile y de la Corporación Letras de Chile. Actualmente se desempeña para el Sistema de Bibliotecas Públicas de la Ilustre Municipalidad de Providencia (Santiago de Chile) y como evaluadora y jurado en el Consejo Nacional del Libro y la Lectura, y prepara su nuevo libro de poemas,
Archivo.
Detrás de la escena
La casa que contiene las iras, la furia que
encierra aquel hogar, el dolor que sujetan sus
muebles, la indignación que esconden los
pasillos, la rabia que ocultan sus habitaciones, los
hijos que amiedados se esconden, la mujer que
acude a la oración.
Lo cordial jamás estuvo en esa casa. Poco a
poco, la maldita, fue enjaulándose: abandona-
dos al mal morir sus moradores.
¡Que Dios nos libre de tal impotencia!
EL PARQUE
pensativa voy por el parque. detrás, lento, un
hombre que nada sabe de mi. frente al
camino el hombre detrás lento.
no le intereso a pesar del atardecer tan recep-
tivo. durante mi andada cuento historias; a na-
die emociono. durante esas horas cuento al
hombre, que no escucha, cuan extraordinaria-
mente muere mi cuerpo.
Mi paseo y ese hombre se malogran, inútil se-
guir. pensativa siento que pudimos ser criaturas
hermosas.
Ahora, la monodia me sigue, y los detalles me
pierden, y los árboles me ocultan, y yo atrás de
mi sombra, mancha que asumo poco a poco.
LOS PARAGUAS DE CHERBURGO
"…deux ans…deux ans de notre vie!
Je ne pourrai pas!..."
La celada acorta mis pasos, y
me sorprende en las inmediaciones
del parque.
Vacilante, camino sobre el césped, con
un calendario otoñal bajo el brazo.
Ignoro si busco lamentar o estremecer:
la jornada es otra, el siglo, otro, otra mi
palabra y tu nombre.
Los caminantes abren sus paraguas, y
los goterones caen a pesar del lustre de
la tarde.
De quiebre y rompe me detengo: en una
de las bancas, Catherine Deneuve, y Nino
Castelnuovo se miran murmuran y en-
cogen bajo un paraguas deshilachado.
(Al Director Jacques Demmy)
TRAJES
Tus ternos declinan por la habitación como palomas calinas.
El apartamento se parece a aquellas grutas encofradas que siempre ocultan
algo. Tus prendas me persiguen con su insistente olor y, angustiada intento
hacer el quite no obstante, inútil, el miedo habita en mi cuerpo y no detrás de la
puerta.
No entiendo por qué esos ropajes se detienen frente a la
cómoda de Oregón, y abren cajones llenos de secretos. Es probable guardes
el tuyo. Tus ternos, ahora, me arremeten, me persiguen, me acosan,
me acorralan, me provocan… no les eludo, por el contrario, acabo
abrazándoles como a pájaros imprecisos.
Con la llave en la mano izquierda doy tres vueltas a la
chapa y, por la ranura de la puerta que da al pasillo lúgubre del edificio, me
llega el hedor que vela un misterio lejano y sin retorno.