Diré que el corte que apunta al hueso se articula muy bien con el deseo del analista. Así, Lacan, cuando se refiere a este en 1964, lo ubica como un saber operary luego, en el Momento de concluir,como un operar convenientemente. Se matiza, pero a la vez se mantiene el operar con el deseo de hacer existir, y allí ubicamos el corte de sesión y también durante la sesión misma.Un corte que no propone colmar la insatisfacción, pero tampoco legaliza el goce sin ley. Una joven sobre la cual sus padres llevan adelante un extremo control, particularmente sobre la alimentación, responde con vómitos y cortes superficiales sobre el cuerpo, todo bajo un manto de silencio donde solo resuena “no me dejan hacer lo que yo quiero”. El corte en una sesión, se produce cuando ante la insistencia de “no me dejan…” se la interrumpe con “vomitar silencios”, que luego será enlazado a un “cortar sin poner el cuerpo”. Si bien nada nos autoriza a afirmar que el ejemplo llega al hueso, los efectos sobre la posición de esta joven nos indican que el corte actuó a la manera de los tres puntos suspensivos; es decir, se dirigía para un lado y quedando eso en suspenso se puede dirigir hacia otro. El corte, metáfora de la cirugía, nos permite pensar que se va limpiando, reduciendo, resignificando; y el hueso será la imposible de cortar.