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2024

José María Damiano

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VOCACIÓN

Es sabido que la palabra  Vocación proviene de la voz latina Vocatio, palabra que remite a voz (vo) y a llamado (catión), el llamado de una voz.
El contexto de su surgimiento  originario es religioso y remite principalmente al llamado que el renombrado Jesús de Nazareth hiciera a sus discípulos,  llamados apóstoles. 
La real dimensión de esos episodios, hoy se nos pierde,  pues la repetición ritualizada de  los hechos y la consideración de que obedecen a un plan divino preconcebido,  hizo desvanecer el carácter de acontecimiento de los mismos. Acontecimiento primeramente para la vida de cada uno de esos hombres llamados que pasaron de ser pescadores analfabetos; a protagonizar el acontecimiento político, religioso, social y económico más grande que registra la historia. Tan grande que el tiempo comenzó a contarse nuevamente de cero, tan grande que su medio decir la verdad acabó con el Imperio Romano. Esos hombres pasaron de ser pescadores a pescadores de hombres, tal es la metáfora con que Jesús los convenció de su propuesta.

Esa voz, la voz de Jesús, era también la voz de su interior, no la voz de la conciencia, sino de un interior absolutamente desconocido por ellos mismos. Esa voz los convirtió en otros, incluso en otra cosa que la que eran y la que imaginaron ser. Se dice que dejaron todo,  para servir a la causa que este les proponía. 

El relato de los evangelios, acerca del modo en que los apóstoles fueron

llamados, tan ficticios como cualquier otro, es el que hace al  sentido originario de la palabra  Vocación. Véanse las pinturas de Caravaggio “Vocación de San Mateo” “Vocación de San Andrés “

Durante largo tiempo se reservó su uso a estricto al llamado que recibía una persona a entregar su vida a la religión en cualquiera de sus formas, sacerdocio, etc.  Es el  llamando  de la voz de Dios.

Posteriormente con nuestro hommus psicologicus su uso se extendió su uso a la vocación por alguna profesión tarea u oficio, con dos sentidos diferentes. De un lado  el sentido común, que reserva su uso para designar a la persona que se apasiona, gusta y sabe hacer el trabajo que realiza; y por el otro el psicólogo con sus coeficientes, que lo evalúa en términos de aptitudes, capacidades para tal o cual ocupación.

De las muchas perspectivas posibles para hablar de la vocación desde el psicoanálisis elegiría, la que considero más crucial, que es una perspectiva ética.

Recordemos que la pregunta ética fundamental para un sujeto cualquiera puesto en el borde del acto y sus consecuencias es ¿cómo debo proceder? ¿Acorde a qué principio? ¿Acorde a algún principio?

Acorde a tu deseo que ignoras, responden los psicoanalistas.
 Es cierto, pero no es suficiente.

En su Discurso a los Católicos, el 9 y 10 de marzo de 1960 hace el siguiente planteo:

“¿cómo es posible que esos hombres, esos vecinos,  buenos y simples, que fueron arrojados a este asunto que la tradición nombró de diversas maneras, entre ellas existencia, (…) como es posible que estos hombres soportes todos de cierto saber o soportados por este, tanto unos como otros, se abandonen hasta ser presa de la captura de esos espejismos por los que su vida al desperdiciar la oportunidad, deja escapar su esencia, por los que se juega su pasión, por los que su ser, en el mejor de los casos, no alcanza más que una pizca de realidad que solo se afirma por haber sido siempre decepcionada?.  Esto es lo que me ofrece mi experiencia. Este es el problema que transmito sobre el tema de la ética, y en el que reúno lo que constituye en este asunto para mi, psicoanalista, mi pasión.”

La cuestión ética fundamental planteada por la palabra Vocación es por lo tanto para el psicoanálisis  ¿por qué los hombres abandonan su saber hacer y se dejan capturar por espejismos desperdiciando así su vida?

El vel que comúnmente se plantea es posible plantearlo oponiendo al qué-hacer, el qué ser.
Es decir que se elige el espejismo de ser y se abandona el saber hacer. Se elije una fantasía de ser en total desconexión con las marcas que constituyen un saber hacer, con lo que este implica, a saber; el goce de su ejercicio.

No azarosamente el cristianismo nos encuentra en este artículo. Muy pocas veces hemos escuchado comentar que Lacan consideró que Freud era un retoño de la virtud cristiana de la caridad. ¿Acaso no es caridad anunciar la buena nueva de que estamos habitados por un saber que no

sabemos, pero que funciona?   ¿Acaso no es caridad anunciar que ese saber no se aprende en la escuela, ni es posible de ser evaluado, sino que hace a la radical singularidad de cada uno?

Ese saber es en verdad invaluable, no tiene precio, a la hora en que un sujeto debe resolver su quehacer en lo laboral y en su función social, debido a las consecuencias que ha introducido en nuestro mundo el discurso de La ciencia; que ha llevado a un cambio cualitativo fundamental en el mercado de trabajo: el saber no está en el trabajador sino en la máquina y el sujeto debe capacitarse para ser un operador de la misma. Para eso se incrementa cada vez más la escolaridad obligatoria.  

El prestigio de las profesiones liberales del discurso de amo antiguo por la que algunas generaciones se esforzaron para que su hijo sea un profesional,  han sido profundamente modificadas por esta incidencia de la ciencia aplicada a la producción de tecnología y hoy los profesionales sirven a dos severos amos anónimos, la tecnología, que hace cada vez más su trabajo y la empresa que los proletariza como empleados.

Es una de las razones por la cual los padres esclarecidos sobre este punto suelen hoy empujar a los hijos hacia lo artístico. No solo por nuevos ideales, sino también como un modo de preservar algún saber humano, creativo.

“Nosotros no estamos contra el sistema, el sistema esta contra nosotros” manifestaba un joven ante las cámaras de televisión en las manifestaciones de los autodenominados indignados en Europa.

La tarea que enfrentarán los jóvenes que se acercan al mercado de trabajo será más digna si no pretenden adaptarse al sistema, que es en verdad insoportable; ni depositar sus esperanzas en que el sistema los incluya; sino si se ocupan de encontrar el modo de incluir su saber hacer, sus inventos, en un lazo social y económico.

José María Damiano

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