Marco Mauas
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"Problemas en el amor", porque son de doble lectura: "tengo problemas en el amor", y también : "problemas a resolver".
Hace poco, en Israel, me sucedió algo curioso, que paso a relatar a continuación. Tuve que pasar un largo proceso para renovar el registro de conductor, debido a que no me fue renovado el que tenía, pues tenía multas de estacionamiento atrasadas…que no pagué. Es así que estuve conduciendo sin el registro renovado, mucho tiempo. Con el consiguiente riesgo, por supuesto. Estuve fuera de la ley. Conducir en un circuito generalmente restringido, y en viajes mayores, ceder la conducción a otro, o a otra. Estar fuera de la ley, aunque suceda por supuesto continuamente, ya que nadie puede cumplirla, por suerte, del todo, tiene sus consecuencias cuando está recortado tan exactamente, alrededor de un hecho específico. Un cierto temblor al pasar junto a barreras de vigilancia policial, muy frecuentes aquí, y multitud de anécdotas chistosas y de las otras que no comentaré aquí. Baste por el momento decir que fui durante muchos anios un fuera de la ley, con plena responsabilidad.
Llegó entonces el día en que me dije "basta, suficiente". No conocía el trayecto que me esperaba para renovar el registro, ya que en Argentina, mi país de origen, recibí el registro después de pasar un examen simplemente práctico de conducción. Me esperaba un examen primeramente teórico, y luego un examen práctico, que es especialmente exigente aquí. Me presenté al examen teórico, y lo pasé después de un
primer fracaso, que había calculado de antemano. Necesitaba mi tiempo para captar las condiciones, el tiempo, y el estilo de pregunta tramposa que veo ahora completamente acertado. No es un examen de información, sino de interpretación. Entonces, todo en el es enganio. No se trata de si conozco las reglas. Se trata de saber si puedo interpretarlas. Pero sigamos adelante.
Para el examen práctico, tuve que elegir un maestro de conducir, pues son los maestros oficialmente habilitados quienes conocen el procedimiento y pueden recomendar qué es lo que conviene. Elegí uno al azar, por internet, completamente.
Cuando nos encontramos, me topé con un hombre mayor, de unos 75 anios, sumamente cordial y cuidadoso, meticuloso. Un "ieke" como se les llama aquí, a los judíos de origen alemán. Por supuesto, con una historia con la Shoah. No pregunté. Lo evité.
Muy rápido me hizo saber que no habría problema conmigo, no siendo un conductor nuevo, sino ya experimentado. Pero recomendaba tener al menos 3 lecciones. Los jóvenes suelen tener una serie muy larga de hasta 18 lecciones, y así no siempre pasan el examen.
Acepté y tuvimos las 3 lecciones. Zvika-así se llama el maestro- reveló ser extraordinariamente exigente, con su amabilidad incluída. Descubrí así mi completa ignorancia en cuanto a las leyes de conducción en el camino, ignorancia que traía de mi historia en Argentina. Me convertí en un alumno aplicado en esas tres lecciones, y aprobé el examen. Mi examinador fue un hombre religioso, que sin decir otra palabra me dijo por donde ir durante unos 20 minutos. Al concluír, le comenté a Zvika que me llamaba la atención, un religioso. Zvika me dijo que fue desde la batalla de Jenin, en 2002, este hombre perdió a su hijo, soldado, en circunstancias atroces. Fue prácticamente linchado por un grupo que