Nora Piotte
Puede escribir sus comentarios aHaré un breve recorrido intentando demostrar el valor de las Piezas Sueltas en la experiencia analítica, valor que me ha permitido pensar desde otra dirección mi propia práctica.
El título mismo del Seminario de Jacques-Alain Miller, Piezas Sueltas (piezas separadas –de algo-), “denota –nos dice- que la coherencia misma es un artificio. Piezas Sueltas da a la contingencia prioridad sobre la coherencia”.
Las Piezas Sueltas representan el “ensamblaje del cuerpo” (Santiago Castellanos, Lacaniana 17, pág 121). Son restos significantes, objetos varios y trozos de real, que entran en función en el régimen del goce.
Las “piezas sueltas” componen: un exceso de energía, un enunciado de la madre, una escena fijada, una particular pesadilla, el “dolor” que queda como marca en el cuerpo, como un “cuerpo extraño” inscrito por fuera del sentido.
En el título “Lo que no sirve para nada” (pág. 13 del Seminario) dirá que “son lo que tengo que arrancarme para traérselo. A un analizante no se le pide más que entregar su pensamiento como piezas sueltas, sin preocuparse por el orden, la congruencia, por la coherencia, por la verosimilitud”. Aquí, dice, nos fiamos del dispositivo inventado por Freud.
Es de señalar cómo Miller articula las “Piezas Sueltas” con el Sem X de Lacan. Él aísla la función de la Pieza Suelta como un módulo de objeto. La pieza suelta se aproxima al objeto a, es un esbozo, no es un todo, se la extrae del todo. Pero, ¿cual es su función cuando se la extrae, cuando ya no existe ese todo en el cual tenía su función?. Es una pregunta que me pareció fundamental.
Porque, ¿con qué nos encontramos?. “Nos encontramos con esa parte del aparato depreciado, rebajado al estatus de pieza suelta. El aparato (todo) sin el chirimbolo (pieza suelta) que ya no se fabrica, no vale nada” (Capitulo Bricolaje, Piezas Sueltas).
Es interesante ubicar, que la pieza suelta, una vez que se separa de su función original, de la cual lleva ella, la pieza, la marca –da el ejemplo del Mingitorio de Duchamp-, se le da un uso de goce como elemento del cuerpo, ¿que función nueva cumple?.
Los sujetos además de sus palabras, suelen traer también objetos, los ubican de una manera particular en el dispositivo, no sólo los niños, sino también los adultos. Y hablan de objetos sobre los cuales se escucha una dimensión muy singular, algo de sí mismos.
Respecto de un niño de 12 años, que desde los 5 presentó dificultades en el lazo, se aislaba en el aula, en los recreos. Siendo sumamente vivaz y despierto, sin embargo no le importaba aprender. Claramente por un lado, para angustiar a sus padres, sabemos cómo el niño se presta y se dirige allí, al lugar del Otro, de múltiples y diversas maneras; pero por el otro, se presentaba algo que mostraba una inhibición generalizada, el precio que él pagaba. Prematuro, estuvo a punto de morir siendo recién nacido. Permaneció internado durante meses en el servicio de neonatología de una clínica, acontecimiento que marcó a sus padres y que aún tiene múltiples resonancias angustiosas en ellos, de las cuales el niño se ha anoticiado desde sus primeros años. Por una contingencia y luego de iniciar un curso de fotografía, trae una foto que le sacó con su celular a una “almohadita” que aún conserva desde ese tiempo y de la cual no se separaba. Nunca había hablado de ella. La lleva a todas partes, no puede dormir ni viajar sin ese objeto. Es un resto, sin duda, vieja, rota,
Una pieza suelta “se separa para disfuncionar, una pieza carente de su función o que no tiene otra que la de trabar -así es como se la aísla- las funciones del individuo”. Y agrega Miller: “… pero lejos de ser una traba, es una organización más secreta, la pieza suelta tiene una función eminente. De ahí la idea de que en análisis es cuestión de encontrarle, de improvisarle, una función”. Me parece que es una orientación preciosa que nos acompaña hacia una nueva clínica.
Si, como afirma en la pág. 42, cada uno camina con una “pata de palo”, la pieza suelta de cada uno, es –dirá- “una pata viva” y ese es el “milagro de la pieza suelta”. Se trata para cada uno de nosotros de conocer la “pata de palo” en torno a la cual se ha formado nuestro cuerpo, “para poder darle una función”.
Somos finalmente todos discapacitados por el real del “hecho puro del traumatismo” (pág. 48), es por esa vía que se puede ubicar una profunda articulación al sinthome, que Miller comienza a desplegar en la pág. 20
BIBLIOGRAFÍA