Paula Vallejo
Puede escribir sus comentarios aMe interesa precisar cómo opera el analista cuando, orientado por lo imposible de escribir apunta, sin embargo, a la producción de una escritura.
Mi punto de partida es pensar el recorrido de un análisis como un pasaje del "está escrito", que insiste en el fantasma y a través de la historia, al punto en el que se hace presente el traumatismo de lalengua, donde cobra relieve la dimensión de la letra y el síntoma. A diferencia del S1, que entraña una "conmemoración de goce", y participa del orden del semblante y de la repetición fantasmática, el aporte que introduce la letra, en tanto produce un quiebre del semblante, abriendo la posibilidad de que algo nuevo se precipite del significante, inaugura la apertura de un nuevo surco, para orientar al parlêtre más allá de esa repetición. ¿Puede pensarse este aporte en la vía de una nueva escritura? ¿O es, tal vez, en el mismo movimiento en que una letra se aisla, que podemos hablar de escritura y no antes, y en todo caso, de lo que se trataría es del uso que se haga de eso? En esta dirección, y apoyándome en el concepto de vacío mediador, propio del pensamiento chino, me interesa pensar también el lugar del analista como soporte de ese vacío, necesario para acoger esa nueva escritura.
El vacío en la filosofía y la pintura chinas
Para los chinos, el vacío es un elemento dinámico y activo. Constituye el lugar por excelencia donde se operan las transformaciones.
Según Francois Cheng en Vacío y plenitud1, hay una dimensión del vacío
"Soportar" el vacío en la experiencia analítica
La experiencia del control sostenida en el tiempo me permitió verificar lo fecundo de una modalidad de intervención analítica consistente en la afirmación de la posición de goce, es decir, en un trabajo de nominación y localización que no supone el cuestionamiento dirigido al parlêtre y que, al mismo tiempo, entraña otra modalidad de operación sobre el síntoma que no es la del equívoco.
como aquél que puede "hacer surgir un vacío medio actuante, una posibilidad de mantener junto lo que no se mantiene junto…". Según Laurent, "en ese lugar (del psicoanalista), actuar a título del vacío actuante, actuar al modo del no actuar, es llegar a sostenerse en ese punto donde alguien puede finalmente circular en lo que para él retornó". Lao Tsé, uno de los fundadores de la filosofía taoísta, lo expresa así: "Lo más suave en el mundo (alude al agua) le gana a la larga a lo más sólido. Lo-que-no-tiene penetra lo-que-no-tiene-vacío. Con ello aprendemos la ventaja del no actuar".
La frase de Laurent, al principio enigmática, comenzó a esclarecerse al situar la función de la letra como litoral entre saber y goce3, que permite ubicar, una vez vaciado el sentido, el lugar del goce al cual el parlêtre se encuentra fijado, a partir de lo que para él fue contingencia. El síntoma demuestra entonces que no es más que eso: la repetición de una letra "que salvajemente es escritura"4 , repetición que entraña un modo de gozar singular.
La intervención que apunta a la afirmación del goce opera al modo del trazo de pincel, en tanto que primera afirmación del ser. Según nos lo enseña el pensamiento chino, en la experiencia analítica el vacío no aparece como un espacio neutral sino que funciona alojando lo que no tiene palabras para ser dicho.
Una paciente trae un sueño en el que asiste a un parto y en el que, con
sorpresa, descubre que a pesar de estar siempre asistiendo a los otros, nunca aprendió a "cortar el cordón". En sesiones posteriores refiere un miedo paralizante, que no le permite salir de su casa. Se reprocha por ello, incluso se refugia en la cama, nombrándose depresiva. Con marcado énfasis, pero sin gravedad alguna, le digo que cómo no va a sentir miedo si vivió toda su vida acordonada al Otro. Esta intervención le permitió captar su posición de goce haciendo entrar al miedo, cuyo rechazo daba consistencia a su no querer saber nada de eso y conmoviendo el S1 que la ubicaba como "depresiva".
De este modo, "llegar a sostenerse en ese punto en donde alguien puede finalmente circular en lo que para él retornó" es hacer lugar a una segunda vuelta por los fragmentos de lalengua recortados en la experiencia, separados de la configuración de sentido que el inconciente les ha otorgado. Hacer posible al parlêtre la apropiación de lo que anteriormente ha rechazado, es un trabajo que supone la puesta en juego de lo que los chinos llaman receptividad, esto es, la disposición a acoger aquello que captamos sin saber, que sólo intuimos. Se trata de dejarse trabajar por lo que no se comprende. Y para ello es necesario el vacío.
La experiencia de "mutación" que se efectúa en un análisis entraña un modo de hacer con el goce en la vía del fuera de sentido. Este cambio de vía inscribe un nuevo modo de relación del sujeto con lo real, que apunta a arreglárselas con lo que hay, o sea, el síntoma. Para que esta nueva escritura sea posible, es indispensable contar con esa función del vacío, que designa al analista como sinthome, en tanto es la que hace lugar a la extimidad del goce del parlêtre.
Paula Vallejo