Beatriz Udenio
Acerca de trazas y trazos
Beatriz Udenio
II Armando la trama
Partamos del descubrimiento de que la experiencia que se desenvuelve en un análisis trae consecuencias que van modificando sutrama misma. Es lo que fui constatando a medida que avanzaba en dicho recorrido, a distintos niveles. Ese movimiento continúa formando parte de la vida misma.
Pero implica un acto dar por finalizado un análisis. También es un acto la decisión de presentarse al pase y sostener la secuencia de acciones que a
Ahora bien, en ocasiones, cuando se trata del texto escrito, puede producirse un destacado diferente: en mayor medida que en el texto leído o pronunciado, se espera que alguna traza de eso sorprendente puedaarticularse con la lógica y el matema, es decir, con un cierto nivel de demostración documentada –como en los testimonios jurídicos o científicos. Pero con la particularidad de que dicha demostración incluya que se llega al tope de lo indemostrable, de aquello que no puede pasar por el hecho del decir. Allí, quizás, estaríamos ante el relato de una buena historia –como dice Miller (2)Los documentos, además, suponen un lector. Igual que los textos literarios.
III Cómo la lectura interviene la trama
Ahora bien, una vez abierta la puesta en escritura de aquello que Lacan denominó la hystoria –verdad mentirosa- fue Borges el que vino a mi memoria. Y su “Tlon…”, de Ficciones(3).Porque la ficción que se me iba armandotraía consecuencias en lo que podríamos llamar “la realidad”, como una obra de arte la interviene, la transforma. Como la transforman los comentarios de los lectores, al poner de sí. Si por fortuna se vuelve
“(…)la escritura es la destrucción de toda voz, de todo origen. La escritura es ese lugar neutro, compuesto, oblicuo, al que va a parar nuestro sujeto, el blanco-y-negro en donde acaba por perderse toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe”. (BARTHES. 1968)
Me detuve en esta cita, que atrapaba la voz destituyéndose ante la escritura, pues la voz había estado en el origen de mi ficción fantasmática, antes del aprendizaje de las letras. Me permitió además echar luz sobre esa dimensión de lo que llamaba “mi palabra” –tan sujeta como la de cualquier hablante a la condición del goce del blablablá (algo muy contrario a un “lugar neutro”), pero también puso en evidencia la falta de identidad intrínseca a la condición de los seres hablantes en tanto somos seres hablados.
Me recordaba cómo la experiencia de ir descubriendo poco a poco esa condición, en el análisis, me había empujado a seguir. La trama de lo oído, lo visto, los restos que armaron mi lalengua, se revelabanen sumulti proveniencia urdiendo la escritura. Eso ya no me hacía estrictamente LA autora de ningún texto, como tampoco hay EL lector, porque cada uno será único en su acercamiento e interpretación del mismo.
“Pero la fuerza del análisis es disolver todo lo que parece ser primero en una anterioridad indefinida (…) ¿Y acaso tuvo realmente lugar alguna vez? No importa, pues lo que cuenta es que, bajo la interrogación apremiante del silencio del psicoanalista, poco a poco lleguemos a ser capaces de hablar de él, de relatarlo, de hacer de este relato un lenguaje que recuerda y de este lenguaje la verdad animada del acontecimiento inasible —inasible porque siempre está perdido, porque siempre falta en relación consigo. Habla liberadora donde encarna precisamente como falta y así finalmente se realiza.”
“Eso”continúa haciendo su trabajo, aún después del análisis, escribiendo en el interior de una idea que da vueltas, en silencio, hasta que se suelta sobre un papel, connotando lo inasible.Es “eso”lo que se toma su tiempo hasta que esta separación se produce, y cualquier ilusión de propiedad se inscribiría como faltante.Es también solidario de lo que se capta al final del análisis en relación con la separación del Otro de la transferencia.
V El trazo y la traza
Finalmente, lo que sedimenta, algo del orden del trazo. Lacan lo denominó letra.
Al final del análisis, este trazo reducido es marca de goce que se escribe sinthomáticamente en el cuerpo. Para cada quien eso diverge. En mi caso, evocoel “canto” de la letra, borde que dibuja un trayecto, en cada texto,
Retomando aBarthes, diría que se trata de un bordeo entre un texto de placer y un texto de goce, entre lo decible y lo indecible. Hay algo que puede compartirse, debatirse. Y otro algo insostenible, indecible, insensato. Y eso es lo que se realiza y se reanuda cada vez.
Bibliografía y notas
1. Leserre, A.: “Retornos en la escritura”. En www.citaenlasdiagonales.com.ar
2. Miller, J.-A.: Donc. La lógica de la cura. Capítulo III. El pase, ¿hecho o ficción? Buenos Aires. Paidós. 2011.
3. Borges, J.: “Tlon, Uqbar, OrbisTertius”. En Obras completas. Emecé Editores S.A. Buenos Aires, 1974.
4. Foucault, M.: “¿Qué es un autor?”Conferencia de Michel Foucault, del 22 de febrero de 1969, en la Sociedad Francesa de Filosofía, bajo el título de "¿Qué es un autor?". Puede consultarse en https://azofra.files.wordpress.com/2012/11/que-es-un-autor-michel-foucault.pdf
5. Barthes, R.:“La muerte de un autor”. En El susurro del lenguaje. Barcelona, Paidós, 1987.
6. Lacan, J.: El Seminario, libro 23, El sinthome. Buenos Aires, Paidós, 2006. Pág. 18.
7. Barthes, R.: El placer del texto. Buenos Aires: Siglo XXI, 1993.