Pia Barros
Juega con las letras, las deslee con las yemas de los dedos, las apila en montones sobre el mantel de la tristeza. Así, cada tarde y cada noche desmenuzando cotidianos abandonos. A ratos, se adhiere alguna letra a la piel, pero caen sin mover ni un ruido.
La escritora no desfallece en sus afanes, hasta que por fin, esa noche ordena la palabra fuga y se abraza a su grafía.
El amanecer da de lleno en una casa abandonada.