RENDICION

Pensé  no asistir.
Me dirijo hacia las diagonales sin reglas ni ángulos, por olfato, con ganas de  romperle la cara a quién me indica caminos equívocos.
Al final sé me espera un ser  que es sólo cerebro que copula, procrea y se pare a sí mismo.
Fui convocada para ser disectada.
Voy, porque también siento curiosidad.
Ambos creemos tener razón y nos generamos mutua repulsión.
Nos encontramos en un café, en una diagonal interceptada por una paralela. ¿Da eso una cruz siempre?
Yo me veo reflejada en sus pupilas con torso de cabra y patas de caballo. En las mías, él parece una cabeza de medusa llena de rígidas serpientes envenenadas que apuntan hacia mí como saetas. Debo mantenerme en mí para no ser atravesada. Él debe hacer igual o mis cascos patearán su cabeza hasta reducirlo a una masa sanguinolenta e  informe.
Pasa un niño con un volantín. Yo miro ese pájaro falso y veo la ilusión del niño de poseer lo vivo, aunque sea atado a un hilo. Él mira la trayectoria  del cometa y piensa que podría calcularla. Nos leemos como si fuéramos transparentes.
Nos da risa.
Prometemos volver a encontrarnos, confluir en una circunvalación.