Mónica Urrutia
Desde que nacieron, estuvieron siempre juntos. Bailaban al mismo ritmo, sonreían y coqueteaban, a veces, a veces los unía la tristeza. Les cargaba la arena por eso nunca iban a la playa, no gozaron del mar, pero sí del paisaje, a la distancia.
Estaba tan orgullosa de ellos. Tan orgullosa, que no pasaba día sin hacerlos notar frente a la familia, a los amigos. Hasta que un día aciago, paseando por un parque y a pleno sol, una piedra descuidada dejó para siempre, en soledad total a mi ojo izquierdo.